Por la parte de Basir

Fiestas del Eid al adja: Segunda Parte

El segundo día de las fiestas me levanté temprano porque mi tío Ajmad vino a buscarme para visitar al tío Naim. Volví a casa hacia la hora de comer y almorcé con Esperanza. Mientras charlamos en la cocina, hablamos de las diferencias entre su familia (cristiana) y la mía (musulmana). No encontramos muchas diferencias salvo ciertos detalles como que por ejemplo, los musulmanes utilizan alhamdulilah (gracias a dios) cuando responden a un saludo y los cristianos se limitan a decir mnj o mnja (bien).

Nos reímos mucho cuando Esperanza me cuenta que su tío le busca un marido. Es que no entienden que estoy aquí para estudiar árabe y que si quisiera marido lo hubiese dicho?». Ella debía quedarse a dormir aquella noche con su familia y yo en casa de mi prima Lara. Hacia la oración del magreb, es decir, cuando el sol se pone, Esperanza se va con su familia y yo veo la oportunidad de ponerme a estudiar un poco. Pero nada mas coger el bolígrafo, me llaman por teléfono. Es mi primo Basir. No puedo negarme. En media hora viene a buscarme para llevarme a su casa (muy cerca de la mía)a pie.

Durante el trayecto, mi primo me enseña la última casa donde vivieron mis abuelos, aquella donde vivió mi padre los dos últimos años antes de marcharse a España. Me hace mucha ilusión acercarme tanto a mis orígenes y entender las historias que me cuentan. También nos encontramos con un grupo de niños jugando en un parque cercano y un camello traído especialmente para las fiestas.

Al llegar a casa de Basir, nos visita una de sus hermanas. Tomamos café o té y unos dulces como muestra la foto siguiente (los dos dulces son m3mul, uno con frutos secos y otro relleno de dátiles).

Mas tarde se presentan los hermanos de su mujer, personas que no me conocen y que se sorprenden mucho cuando digo «tasarrafna» (encantada). Más me sorprendo yo cuando el marido de una de ellas me dice directamente: «Estas aquí en Siria para buscar marido?» Yo no se si echarme a reír o a llorar o las dos cosas a la vez. Yo le digo: la, la. Lidirasa al lugata al3rabia. Pero él no parece muy convencido. Para zanjar la cuestión termino diciendo: mumken, mumken, inshalla (puede, si dios quiere).

La situación es un poco delirante cuando mas tarde, mientras charlamos, él empieza a reírse y lo miro sin entender nada. Hace gestos raros mirando a su mujer, estirando los brazos como diciéndome que está muy gorda y riéndose ante mi cara anonadada. La familia me dice que le gusta hacer bromas sobre su mujer y yo empiezo a entender. Su mujer lo mira seriamente pero luego también empieza a reírse.

Ahora te voy a llevar a ver a mi otra hermana, te apetece? Claro, claro, contesto a Basir. Ya estoy un poco cansada pero sé que va a merecer la pena. Nos dirigimos andando hacia la casa de mi prima y la mujer de Basir, que me ha cogido mucho cariño, me coge del brazo mientras caminamos. Solo entonces me doy cuenta que se ha tapado la cara hasta la nariz. No hubo nadie en la calle que no se parara para observar la atípica pareja que formábamos, pero yo me sentía acogida y entre familia.

Cuando llegamos a nuestro destino, un grupo de niños nos recibe. No pasa mucho tiempo hasta que todos me rodean mientras mi prima, que es profesora de árabe y directora de un instituto, me enseña la letra de una canción de Fairuz. Yo estoy encantada por ser el centro de atención pero estoy tan cansada que me cuesta concentrarme en lo que dicen y sobre todo, en comer cuando me lo piden. Después de haber pasado por dos casas, mi estómago no puede más. Me ofrecieron el plato que adjunto a continuación. El que está encima es el barAziq y el más grande se llama qras y está relleno también de dátil.

Cuando salimos a medianoche, mi primo Basir me dice que solo falta visitar una casa más. Es la casa de otra hermana de su mujer, donde también está su suegra. Descubro que su cuñada Sara conoce a mi prima Zena, que es la hija de mi tío Naim. Por un momento, siento que las visitas de hoy han sido rotatorias, como si me hubiese montado en un carrusel que no haya hecho mas que girar y girar. O eso o que me estoy volviendo muy siria. Temo que después de conocer a tanta gente comience yo también a preguntar «Y que apellido tiene? Ah, ya se, de la familia de fulanito….»

Sara ha perdido a su marido recientemente en un accidente de trabajo pero su sonrisa es contagiosa y sus bromas hacen reir a toda la familia. Me enseña la foto del difunto junto a sus dos hijos pequeños. Pero nada en ella parece inmutarse. Antes de irme hago una foto a los pequeños (que tienen unos ojos azules preciosos.) con Basir. El más pequeño mira con cara seria a la cámara hasta que su madre le dice: Sonrie! Entonces, el niño me muestra una sonrisa deslumbrante.

Ya en casa de mi prima Lara (que me acoge como a una hija),  pienso en la fortaleza de los árabes y en sus bromas. Hoy deseo ser un poco más siria.

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Una respuesta a Por la parte de Basir

  1. Leila dijo:

    Gracias por compartir tus vivencias, Lailita. Te seguimos 🙂

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